(Tardelcuende, 1913 - Madrid, 1976), doctor en Ciencias Históricas, crítico de arte, autor de numerosos libros (El arte en la intimidad, Picasso, Historia y guía de los Museos de España, La pintura española fuera de España, etc.), monografías y artículos en revistas especializadas. Con referencia a su tierra, tiene una obra fundamental, El románico en la provincia de Soria (1947) Sus otros estudios monográficos sobre la torre de Noviercas, la Muela de Agreda, el castillo de Gormaz, etc. Pero Gaya ha publicado también otras obras de creación literaria, en prosa, como Tratado de mendicidad, Los gatos salvajes , El santero de San Saturio (1953; 2. ed., de 1965), libro en que nos ofrece una visión de la Soria por él vivida entre los años 20 al 30.
El 29 de Enero de 1913 nace Juan Antonio Gaya Nuño en la localidad soriana de Tardelcuende, en el seno de una familia de larga tradición medica, tanto su padre como su abuelo eran medicos. Sus primeros años de infancia los paso jugando y correteando por Tardelcuende, en 1920 a la edad de siete años se traslado junto con su familia a la capital soriana. Durante este tiempo no fue a la escuela sino que fue su padre el que con esmero y tesón le dio educación y formación a Juan Antonio.
Acercarse a la figura del humanista infatigable Juan Antonio Gaya Nuño es conocer a un hombre interesado por la cultura y el arte desde su infancia, actitud mantenida a través de los avatares de su vida. Esta inquietud hacia la investigación de la cultura en general, y del arte en particular, supo desarrollarla en cada momento allí donde se encontraba. Trabajando primero en ámbitos académicos, su carrera fue bruscamente truncada por la guerra civil. Renace luego, trabajando y publicando en instituciones, círculos culturales, revistas especializadas, prensa, monografías y obras literarias hasta llegar a proyectar internacionalmente el arte español.
Su obra alcanza 70 libros, y más de 700 publicaciones breves, folletos separatas, artículos prólogos. El trabajo de Gaya minucioso y prolífico llega a recoger un archivo de 500 artistas españoles. Teniendo en cuenta que de esta obra sólo 4 se publican antes de la guerra, es en el periodo de treinta años entre 1943 y 1976 cuando se produce la mayor parte de su trabajo.
Conocer a Juan Antonio Gaya Nuño también es conocer a su familia y a las personas que le rodearon y ayudaron en cada momento especialmente a su mujer, Concepción Gutiérrez de Marco, sus hermanos Amparo y Benito, destacado filólogo, su madre Gregoria Nuño Ortega, y la figura de su padre J.A. Gaya Tovar.
Su vida padeció los avatares del la España del siglo XX y no fue siempre fácil para él poder desarrollar su trabajo, pero siempre supo sortear los avatares de su vida apoyado en Concha G. de Marco y en innumerables amigos que le conectaron con lo más destacado del mundo cultural europeo.
J.A. Gaya Nuño nació en la casa del médico de Tardelcuende. Casa que todavía se conserva en este pueblo, junto al recuerdo imborrable de la familia Gaya. Su padre Juan Antonio Gaya Tovar, prestigioso médico de la época, ejercía por entonces la medicina, en esa localidad distante veinte kilómetros de la capital Soriana. En 1920 la familia se traslada de Tardelcuende a Soria. Su padre abre despacho particular en la Calle Marques de Vadillo nº 8. y ejerce como profesor de gimnasia en el Instituto. La figura del médico culto y comprometido socialmente adquiere pronto una posición destacada dentro de la burguesía acomodada de la ciudad, llegando a ser concejal en 1922.
Es en el instituto de Segunda Enseñanza de Soria, en el que el poeta Gerardo Diego había llegado en 1920 como profesor, en busca de los pasos de su predecesor Antonio Machado, donde se forman los hermanos Gaya Nuño. El amor a la cultura estaba sin duda presente en su familia y en su primera formación, llegando los tres hermanos a cursar carrera universitaria, hecho casi inusual en la época. En Soria transcurre su infancia no sin avatares ya que en 1922 pierden la casa y las pertenencias por culpa de un incendio fortuito.
Posteriormente J.A. Gaya Nuño cursa Filosofía y Letras en la Universidad Complutense de Madrid. Tras licenciarse en 1931 vuelve a Soria para trabajar como profesor ayudante de Geografía e Historia, trabajo complementado como archivero-bibliotecario de la Diputación Provincial. En 1932 año en el que concluye la carrera acompaña a Federico García Lorca, Fernando de los Ríos y Mariano Granados en su visita a Soria y Numancia.
En 1935 conoce en Madrid a Concha G. de Marco su inseparable compañera. Soriana de nacimiento se había trasladado a Madrid a los 14 años, ciudad en la que estudia licenciándose en Ciencias. Juan Antonio y el amor de su vida se conocieron en 1935, casados mediante matrimonio civil, en julio de 1937, en plena Guerra Civil.
En esta época comienza su investigación, leyendo su tesis doctoral en enero de 1935 sobre el Románico en la Provincia de Soria. Durante los trabajos para su tesis conecta con historiadores como Blas Taracena, José Tudela, Gómez Moreno y Martínez Santaolalla. En 1936, a los 23 años, se encuentra en Madrid ya doctorado y preparando oposiciones para cátedra, cuando se producen uno de los acontecimientos que más iban a marcar su vida: el estallido de la guerra civil.
En Soria, donde el General Mola controla el poder desde los primeros días de la sublevación militar, el padre de J.A. el doctor Gaya Tovar fallece víctima de la represión. El que había sido destacado miembro de partidos republicanos e impulsor de sus ideales en la provincia en la cual ocupó cargos públicos, es fusilado el 17 de agosto. Es tras este traumático hecho cuando Gaya Nuño se enrola voluntario en las milicias del batallón Numancia, operando en el frente de Guadalajara en el que llegó a ser oficial. Tras la guerra se entrega en Madrid para ser juzgado por un consejo de guerra que lo condena a veinte años.
En 1943, ya bajo libertad condicional mantenida durante once años, recobra su trabajo. Tras una breve etapa en Bilbao el matrimonio se instala en Madrid. Truncada su vida y su brillante trayectoria académica por la guerra y la cárcel, el reencuentro con su mujer y amigos del mundo académico le permiten recobrar su obra, que poco a poco es reconocida a nivel nacional, llegando en el periodo de 1948 a 1952 a trasladarse a Barcelona para dirigir las Galerías Layetanas.
En la década de los 50 trabaja infatigablemente, compatibiliza sus publicaciones con la dirección de cursos en la Universidad Menéndez Pelayo de Santander y se integra en la AECA, asociación española de críticos de arte, llegando a ser vicepresidente. Su éxito internacional llega a la cumbre cuando en el curso 1962-63 se traslada a Puerto Rico como profesor invitado de la Universidad de Río Piedras.
En 1973 recibe el premio Lázaro Galdiano. Humanista amante y cultivador al mismo tiempo del Arte y la Literatura, único por trasladar a la crítica de arte su estilo literario fallece en Madrid el 6 de julio de 1976.
Sin duda las circunstancias vitales de Gaya Nuño ofrecen las claves para entender su trayectoria profesional. Primero su extraordinaria formación completada justo en los momentos previos a la guerra luego su matrimonio con la mujer que le ayudará a realizar su difícil trabajo fuera del ámbito académico, en el que Gaya no es aceptado por su pasado republicano. El éxito editorial y literario de su obra, está basado en un trabajo que sólo se puede permitir alguien con dedicación exclusiva a la publicación, hasta llegar a convertirse en referente internacional de la historia del arte. Todas estas referencias nos llevan a comprender que su biografía es la superación de las dificultades. Primero ayudado por amigos que reconocen su extraordinaria capacidad y que como Blas Taracena que le ayudan a conseguir publicar los primeros artículos. Luego historiadores como Leopoldo Torres Balbás que declinará en él la oferta editorial para redactar La arquitectura española en sus monumentos desaparecidos, y por último José Gudiol que le encarga la gerencia de la Galerias Layetanas. Cada trabajo, es una superación y un logro que, le lleva a la independencia económica e intelectual como autor.
En Palabras de Antonio Buero Vallejo: “En esa actitud de libertad mental es en la que recuerdo a Gaya. Una resuelta actitud contraria a empobrecedores prejuicios, lúcida y a la vez sosegada pese al vozarrón un tanto gutural con que la manifestaba. Pues fue, en suma, otro combatiente en pro de las liberaciones que anhelábamos”.