Siguiendo uno de los mapas de la guía arqueológica de Taracena, señala a Tardelcuende un yacimiento arqueológico, posiblemente villa romana ( se especula que está en el paraje de "La Vega"), que al no tener datos más precisos que la cerámica y azulejos encontrados en la superficie, no podemos concluir la identidad, ni la ubicación del yacimiento señalado por Taracena.
En Osonilla, se encontraron varios restos arqueológicos en tres lugares, en el paraje de los Villares, en el que se encontró una fíbula celtibérica en forma de caballo actualmente se encuentra en el museo numantino.
En el paraje del Malacate y en el Baño, aparecieron cerámicas y mosaicos, romanos y celtíberos.
Según D. Bienvenido Calvo, que empezó un libro inhacabado sobre su localidad natal, donde recoge sus investigaciones históricas sobre Tardelcuende en los diversos, archivos, haría referencia a una batalla dada en estos lugares donde el Conde Fernán Gonzalez llegó tarde a la batalla contra el ejercito musulmán. El basa esta afirmación en las investigaciones hechas en el archivo de Simancas, donde aparece un término con un nombre parecido al de tardelcuende. (Esta información la recopiló y publicó en un programa de fiestas Ernesto Marina).
Osonilla tenía su lugar en la Historia, y aunque no tenga relación con la lid, diremos que, según Lopearráez, Tomo III, pág. 224, de su “Historia de la Diócesis de Osma”, Osonilla fue de señorío desde 1286, por la donación que hizo el rey Sancho IV al alcalde de Soria Pedro Martín de Soria, de ese lugar, en agradecimiento de haberle presentado la espada Colada, que fue del Cid y de un rey de Aragón. Dado en Toledo, 24-12-1286, confirmada por su hijo, Fernando IV, en 1302: “… por hacer bien e merced a Pedro Martín de Soria, nuestro alcalde, e por el servicio que nos fizo señaladamente porque nos dio a Colada Espada que fue del Cid e del Rey de Aragón, dámosle Osonilla, aldea que fue de Soria, con los pobladores que hi oy son e serán de aquí adelante (…) e con otras cosas anejas al señorío de ella”.
Los archivos parroquiales de Tardelcuende comienzan en el 1531, en ellos se encuentran las partidas de bautismo, defunciones, matrimonios, en los libros llamados sacramentales.
El núcleo de población más antiguo, conservado es la calle Hermanos Gaya Nuño, por donde iba el antiguo camino real, otro núcleo de población desaparecido llamado "Cantarranas" que según la tradición desapareció por un incendio y estaba ubicado a lo largo del Camino Real.
Un monolito cúbico de piedra arenisca de (1,2 m) con pileta con la parte superior que separaba en tiempos las tierras de Realengo de Tardelcuende con las de una baronía. Parece ser que junto con la puerta de la sacristía de la iglesia el único vestigio del monasterio de San Gregorio de Almazán. En este punto se bendicen los campos el 9 de mayo y cuenta la leyenda que se apareció la imagen de San Gregorio; se disputaron dos yuntas de bueyes, una de Tardelcuende y otra de Cascajosa, ganando esta última, por lo que de la imagen se encuentra en dicha localidad.
En Tardelcuende y otros puntos , se dedicaban especialmente a la industria de fabricación de trillos, aplicando los propios procedimientos primitivos. Utiles de piedra pulimentada dioríticos se encuentran mezclados con los metálicos, principalmente de hierro, que es el metal: ibero por excelencia, aunque no fueran ellos los primeros en explotarlo. (En el año 1746 en los archivos históricos se observa la actividad de dos artesanos dedicados a los trillos).
En la época dorada, hacia la segunda y tercera década del siglo XX, en la localidad que explotaba el monte y sus recursos de una manera espléndida, se llegó a contar con servicios de agua, luz, alcantarillado, lavadero y matadero público, laboratorio municipal, grupos escolares magníficos, pavimentación, acerado modernos, abastecimiento de aguas,alcantarillado, asilo municipal, con dependencias para la Inspección de Sanidad y parque de incendios, se amplió y reformó un puente, se instaló la biblioteca municipal y se fomentó la riqueza forestal.
Los vecinos de Tardelcuende, lejos de pagar impuestos municipales, tenían gratis la luz, los servicios de médico, botica, barbería y las cédulas personales.